Los colores en los medicamentos

La importancia e influencia de los colores en nuestras vidas es innegable. Transmiten distintas sensaciones y estados de ánimo, son una de las principales formas de expresión: si estamos optimistas lo vemos todo de color de rosa, nos ponemos rojos cuando estamos nerviosos, un chiste verde no le gusta a todo el mundo, mucha gente busca a su príncipe azul, tenemos miedo a quedarnos en blanco y nadie quiere comerse un marrón. En resumen, nuestra vida es multicolor, y los fármacos no iban a ser menos.

Existen multitud de variedad de formas, tamaños y colores de medicamentos. Y si paramos a pensarlo, ¿por qué tanto empeño de las farmacéuticas en darle un color a la cápsula o al jarabe de turno? ¿Por qué no hacer todos los medicamentos de un color, si lo que “realmente importa” es el principio activo?ç

Una primera razón del uso de colorantes es por cuestiones meramente tecnológicas: puede ser para conferir homogeneidad al producto o aumentar la estabilidad de un compuesto fotosensible. Pero, en los últimos años, se ha comenzado a usar el término fármacoapariencia, que hace referencia a las características externas de los medicamentos, lo que incluye el material de acondicionamiento, ante la gran repercusión que tienen sobre determinados grupos poblacionales.


Un ejemplo de la importancia del color lo encontramos en la Viagra, conocida mundialmente como la “pastillita azul”. En este caso, el color es el principal factor a la hora de identificar el medicamento. También resulta decisivo en casos de pacientes con polimedicación: si los medicamentos que debe tomarse son de distinto color es más fácil reconocerlos y, así, evitar errores.

Esta identificación puede ser muy útil a la hora de diferenciar productos que tengan una finalidad similar o igual pero que estén destinados a distintos tipos de pacientes. Por ejemplo, la Biodramina Cafeína, destinada para adultos y niños mayores de 12 años, se presenta en comprimidos naranjas, mientras que los comprimidos de Biodramina infantil (para menores de 12 años) son rosas.

¿Y por qué esos colores? Pues como ya hemos comentado, la apariencia de los fármacos juega un papel crucial en nuestras expectativas, y, por tanto, en el efecto terapéutico que pueden llegar a producir. De esta forma, el rosa será preferible para el niño ya que se suele asociar a un sabor más dulce.

También pueden emplearse distintos colores para diferentes dosis, como en el caso de los comprimidos del antidiabético Repaglinida Sandoz: para 0,5 mg son blancos, los amarillos son de 1 mg y los rojos para 2 mg. 

Las características externas del medicamento han sido motivo de estudio en varias ocasiones en relación con el efecto placebo: solo con añadir un colorante a nuestro jarabe o una película coloreada a un comprimido podemos mejorar la eficacia del tratamiento. Por ejemplo, en Efecto del color de los fármacos: revisión sistemática del efecto percibido de los fármacos y de su eficacia se identificó que colores llamativos como el rojo o amarillo se relacionan con efectos estimulantes (que pueden ser útiles en casos de depresión), mientras que el verde y azul se asocian a una relajación (favorable en una situación de ansiedad).

Pero no olvidemos el material que envuelve al medicamento, el acondicionamiento secundario. Su influencia también es directa porque es lo primero que vemos del producto. Y, a este nivel, se puede apreciar que existe un código de colores asociados a un tipo de patología. Esto se puede apreciar en los medicamentos de los Laboratorios Cinfa, donde el embalaje de fármacos antiinflamatorios (como ibuprofeno o diclofenaco) es de color naranja; medicamentos con acción sobre las vías respiratorias (ambroxol, acetilcisteína) tienen el verde; para el cardiovascular (atenolol, ivabradina) el rojo; para antifúngicos (ketoconazol, fluconazol) el marrón…

Además, se ha visto una importante correlación con la adherencia al tratamiento: hay más probabilidad de que el paciente abandone el tratamiento si la medicación cambia de color. Esto es especialmente importante en el caso de los genéricos, en los que, aunque presenten bioequivalencia, los excipientes van cambiando; si en las farmacias cada vez se dispensa un genérico distinto (por cuestiones de proveedores) puede acarrear repercusiones importantes en la salud del paciente.

Es por esto, y más, que en el mundo del medicamento los colores sí importan.

Autor:

Antonio Martín Martín

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