Si le pregunto ahora mismo qué es la automedicación probablemente no tenga ninguna duda al respecto y lo más seguro es que haya llevado a cabo esta práctica en más de una ocasión porque ¿quién no se ha tomado algún Frenadol cuando tiene un resfriado?
Todos hemos acudido múltiples veces a la oficina de farmacia a por un medicamento sin haber consultado previamente a un médico, ya sea porque lo hemos tomado con anterioridad y sabemos que nos funciona o porque nos lo ha recomendado un tercero. Pero ¿estamos practicando una automedicación responsable?
¿ESTÁ PERMITIDA LA AUTOMEDICACIÓN?
En el mercado existen numerosos medicamentos de venta libre, es decir, no precisan de una prescripción médica para ser adquiridos. Estos fármacos están indicados para dolencias menores que no requieren de un diagnóstico médico y, para las cuales, sí podemos automedicarnos. Algunas situaciones ante las que puede automedicarse incluyen: resfriados, dolores puntuales, insomnio ocasional y alergias.
Sin embargo, no debemos confundir la automedicación con la autoprescripción. Esta última consiste en obtener y utilizar fármacos que requieren receta médica sin el diagnóstico ni la prescripción necesaria por parte de personal sanitario. Esto, además de no estar permitido, puede ser extremadamente dañino para la salud del paciente.
BENEFICIOS E INCONVENIENTES
Seguramente, al pensar las ventajas que presenta la automedicación se le vengan varias ideas a la cabeza, pero ¿y los inconvenientes? Una gran parte de la población no posee la formación necesaria para identificar los riesgos potenciales de la administración de medicamentos. Esto es natural, a la par que evitable. La mayor parte de los peligros pueden impedirse informándonos, ya sea leyendo el prospecto atentamente o preguntado cualquier duda que tengamos a nuestro médico o farmacéutico.
La automedicación es una práctica que está al alcance de todos y que, por tanto, destaca por su elevada comodidad. Con ella encontramos alivio en pequeños problemas de salud sin la necesidad de desplazarnos a nuestro centro médico, lo que ahorra tiempo y esperas innecesarias para tratar problemas tan leves como un simple dolor de cabeza. Esto no solo incrementa la autonomía y la responsabilidad de las personas en el cuidado de su salud sino que también desahoga parte de la sobrecarga del sistema sanitario.
Sin embargo, la automedicación no está exenta de riesgos. Entre los peligros más comunes se encuentran la dependencia o adicción, la interacción entre fármacos u otras sustancias, el enmascaramiento de procesos clínicos graves, la falta de efectividad, la toxicidad y las resistencias a los antibióticos.
RESISTENCIA A LOS ANTIBIÓTICOS
Aunque las resistencias a los antibióticos se pueden dar de forma natural, está comprobado que la gran mayoría se dan por un uso indebido de estos medicamentos. Según la OMS esta problemática es, hoy en día, una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo.
En líneas generales, la resistencia a los antibióticos consiste en la formación de cepas de bacterias resistentes como resultado de una mutación en respuesta a estos fármacos. El principal problema radica en que los tratamientos disponibles para las infecciones bacterianas pierden eficacia y, por tanto, imposibilitan una curación adecuada. Esto tiene como consecuencia la ralentización y dificultad a la hora de tratar estas cepas farmacorresistentes, lo que puede causar graves complicaciones al paciente.
España se encuentra entre los países europeos de mayor consumo de antibióticos, motivo por el que Sanidad y la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) recuperan el eslogan “Antibióticos: tómatelos en serio” en una nueva campaña frente a la resistencia a los antibióticos, con el objetivo de concienciar a los ciudadanos sobre los riesgos asociados al uso imprudente de estos medicamentos en personas y animales.
Las resistencias a los antibióticos causan 33.000 muertes al año en Europa. (2018, 6 noviembre). [Gráfico]. El País.
CÓMO PRACTICAR UNA AUTOMEDICACIÓN RESPONSABLE
Como ya hemos visto, la automedicación es una práctica legal y aconsejable siempre y cuando se haga de forma responsable. Para asegurarse de que está haciendo un uso adecuado y seguro puede guiarse por las siguientes indicaciones:
- No tome ningún medicamento con receta que no haya sido prescrito por un médico.
- Al tomar medicamentos EFP (de venta libre) pida consejo a su farmacéutico.
- Consulte con su médico o farmacéutico en caso de encontrarse bajo otro tratamiento médico.
- Respete la dosis y la duración de tratamiento recomendadas.
- Lea y conserve el prospecto de todos los medicamentos, contiene información importante acerca de conservación, caducidad y forma correcta de administración.
- Evite el consumo de alcohol o substancias estupefacientes durante la toma de cualquier medicamento.
- En caso de embarazo, lactancia materna, presencia de enfermedades crónicas, o si se trata de niños, consulte siempre al médico o farmacéutico antes de tomar ningún medicamento, aunque que sea una EFP.
- Compruebe la fecha de caducidad antes de tomarse el medicamento y deséchelo de forma adecuada si esta caducado o no se ha conservado en las condiciones adecuadas.
- La duración de la automedicación con EFP tiene que ser razonable. Si los síntomas continúan o su estado empeora, consulte con su médico.
- Conserve el embalaje original.
- Adquiera sus medicamentos EFP siempre en farmacia. En caso de adquirir estos medicamentos por internet, compruebe siempre que es a través de un punto de venta autorizado y de confianza.
Autora:
Paula Rey Ranz
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